Previamente publicado en Humanitatis Locus.
Según Rafael del Águila (1997) tres son las visiones predominantes del poder como elemento central de la politología: la weberiana (estratégica), la arendtiana y la habermarsiana. La primera y la segunda son opuestas, mientras que la tercera es un punto intermedio entre las otras dos. En cualquier caso, lo que está claro es que el poder es un elemento relacional vinculado a las ideas de influencia y obediencia.
Teorías estratégicas del poder
El sociólogo Max Weber definió el poder desde la perspectiva de la acción teleológica o estratégica. En este sentido, éste presupondría una relación de imposición por la que un actor estratégico, para la consecución de sus fines, incide sobre la voluntad y el comportamiento de otros actores. “El actor estratégico, interesado en conseguir sus fines, dispone los medios de tal forma que el resto de los actores sociales se comporten, por medio de amenazas o de la persuasión, de manera favorable al éxito de su acción.” (del Águila, 1997).
Existen tres grandes formas de contemplar el tema del poder:
- El enfoque unidimensional:
- A tiene poder sobre B en la medida en que puede hacer que B haga algo que, de otro modo, B no haría.
- Existe oposición real y directa de intereses; el conflicto es expreso y consciente.
- Ej: soy consciente de que hay un choque de intereses entre lo que A me pide y yo deseo, pero aun así obedezco.
- Enfoque bidimensional:
- Añade al enfoque unidimensional, “cualquier forma de control efectivo de A sobre B. Se movilizan influencias para la resolución de conflictos efectivos (como en A), la manipulación o supresión de otros (implícitos).
- Ej: conseguir que un tema no sea tratado es una forma de ejercer el poder. No se llega a dar oposición real, pero sí ejercicio del poder.
- Enfoque tridimensional:
- Va más allá de la toma de decisiones específicas al control global de la agenda política.
- No importaría tanto la existencia de un conflicto explícito (enfoque unidimensional) o implícito (enfoque bidimensional) sino considerar la oposición real subyacente de los conflictos.
- Ej: Se desea urbanizar una zona en un término municipal. Entre la constructora y los vecinos no tiene por qué haber oposición de intereses. No obstante, los intereses reales (objetivos) de los vecinos podría ser la preservación de esa zona, aunque no fueran conscientes de ello.
Teorías comunicativas del poder
Hanna Arendt rechazó la concepción del poder como violento. Ésta lo fundamenta, frente a la acción social teleológica o estratéica, en la idea de la acción comunicativa o concertada. Este concepto alternativo del poder pretende, además, terminar con la idea weberiana del poder como medio (uso poder para influenciar) y optar por una idea de poder como fin. En este sentido, se define como “la capacidad humana no sólo de actuar, sino de actuar en común, concertadamente». Éste sería, por tanto y siguiendo la tradición clásica griega aristotélica, inherente a la existencia de comunidades políticas.
Arendt desarrolla una teoría de las instituciones y las leyes como materialización del poder, y distingue dos tipos de leyes: las imperativas (coercitivas) y las directivas (reglas del juego). Además, considera que el poder es siempre no violento, no manipulativo y no coercitivo. Choca así frontalmente con Weber en su concepción del mismo: según ésta, cuando estamos en presencia de la imposición de una voluntad sobre otra, esto no se debe denominar ‘poder’, sino ‘violencia‘.
Por último, pero no menos importante, cabe señalar que, aunque el filósofo Jürgen Habermas acepta la concepción comunicativa del poder, no rechaza la weberiana (realista); se sitúa en una tercera vía. En este sentido, entiende que sel ejercicio del poder no puede basarse solamente en la idea arendtiana de ‘acción concertada’, sino que necesita leyes que respalden la autoridad pública, y dichas leyes nacen (ahora sí) de la acción comunicativa-deliberativa legitimadora. Habrían, así, según el filósofo alemán, dos tipos de acciones: una estratégica en la que se ejerce el poder (la de los que dominan) y otra comunicativa en la que éste se genera (la concepción más cercana a la democracia radical). Y para que el proceso de generación de poder funcione, la violencia debe estar ausente, debe predominar la vía de la acción comunicativa y sus condiciones:
- Libertad de las partes para su exposición.
- Igualdad de las partes en su discusión.
- Utilización de la fuerza del mejor argumento.
Basado en:
del Águila Tejerina, R. (1997). La política: el poder y la legitimidad. En del Águila Tejerina (ed.), Manual de ciencia política (pp. nike blazer 21-34).