Según las “teorías de las coaliciones”, en el caso de que ningún partido obtenga una mayoría parlamentaria tras unas elecciones, es probable que se evite la formación de un gabinete en minoría de partido único y se forme un gabinete de coalición. Esto es lo que intentaron el PSOE y CIUDADANOS en el fallido intento de investidura del candidato socialista Pedro Sánchez. Tras este intento baldío el tiempo comenzó a contar y, tras dos meses, no se ha podido conformar un gobierno en España. Voy a intentar explicar lo que ha acontecido en este período de tiempo, apoyándome en el marco teórico de la teoría de las coaliciones, en determinados aspectos institucionales de nuestro ordenamiento jurídico, en la estrategia llevada a cabo por los distintos partidos políticos y en el cambio del sistema de partidos en España.
¿Qué coaliciones podrían haberse formado tras las elecciones del 20 de Diciembre?
Las “coaliciones ganadoras mínimas”, son aquellas en las que sólo participan aquellos partidos que son mínimamente necesarios para que el gobierno tenga mayoría. El supuesto básico de la teoría de las coaliciones ganadoras mínimas es simple: los partidos políticos quieren maximizar su poder y en los sistemas parlamentarios, poder significa participación en el gobierno, y máximo poder significa ocupar tantas posiciones como sean posible en el citado gobierno. De esa forma, se rechaza la inclusión de partidos innecesarios en la coalición. Como sabemos, la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados son 176 escaños. Bajo la presente teoría, las coaliciones ganadoras mínimas teniendo en cuenta los resultados de las elecciones del 20-D serían las compuestas, por un lado, por PP y PSOE, ya que ambos sumaban 213 escaños y, de otro, la formada por PP y PODEMOS, que sumaba 188 escaños.
El problema de la formación de estas coaliciones es que en la estrategia del PSOE se ha entendido que si entraba a formar parte de una “gran coalición”, corría un riesgo notable de “sorpasso” en próximos comicios electorales por parte de PODEMOS. Respecto de la coalición entre el PP y PODEMOS, es evidente que nadie la ha visto como viable por estar ambos partidos en polos ideológicos y estratégicos completamente opuestos.
Las “coaliciones sobredimensionadas” suponen la formación de un gobierno con más partidos de los necesarios para obtener una coalición ganadora mínima. Según Riker, cuando se producen negociaciones para la formación de un gabinete puede existir una considerable incertidumbre sobre la lealtad de uno o más de los partidos candidatos a formar parte de la coalición y, por ello, pueden entrar más partidos en la coalición como seguro contra posibles deserciones y garantizar la condición de gabinete ganador. Otra de las posibles causas para la formación de coaliciones sobredimensionadas suele ser que los partidos prefieren formar un gabinete que responda a sus propias preferencias políticas; es decir, un gobierno con partidos de peso más o menos igual a la izquierda y a la derecha sería el ideal a este respecto.
Una tercera causa es que las consideraciones políticas también llevan a la formación de coaliciones sobredimensionadas si la intención primordial de todos o la mayor parte de los partidos es trabajar juntos “para defender el país o el régimen democrático de amenazas internas o externas”.
Bajo la presente teoría, formaban coaliciones sobredimensionadas la suma de PP+CIUDADANOS+PSOE (253 escaños), así como la suma de PSOE+CIUDADANOS+PODEMOS (191 escaños).
La primera de las coaliciones no satisfizo al PSOE por lo ya indicado anteriormente y, a tenor de lo visto en la fallida investidura y al menos en lo que respecta a la continuidad de Mariano Rajoy al frente del gobierno, tampoco actualmente al partido de Albert Rivera.
La otra coalición sobredimensionada ya se ha intentó de cara a la primera sesión de investidura. El PSOE sólo consiguió adoptar un acuerdo con CIUDADANOS, acuerdo que PODEMOS no suscribió, prefiriendo éste último partido una coalición de los partidos de izquierda, es decir PSOE+PODEMOS+COMPROMÍS+IZQUIERDA UNIDA. Ésta última no es una coalición ganadora mínima, porque entre los cuatro partidos suman 161 escaños, lejos de la mayoría absoluta, que es lo que adujo el PSOE para no formalizarla indicando que dejaría la formación de un gobierno “en manos de partidos independentistas”, (Democràcia i Llibertat, Esquerra Republicana…) lo que provoca una fuerte contestación interna en el propio PSOE. Tras la investidura, hubo un segundo intento de negociación entre el PSOE, CIUDADANOS y PODEMOS, pero la mesa de negociación tan sólo se reunió un día, una vez constatadas las grandes diferencias entre las propuestas del partido de Pablo Iglesias y el acuerdo programático alcanzado por el PSOE y CIUDADANOS.
Gabinetes en minoría. En principio, pueden existir dos tipos de gabinetes en minoría. El primero es un gobierno en minoría genuino, que se ve obligado a negociar continuamente con uno o más partidos de fuera de su gabinete para permanecer en el cargo y para solicitar apoyo a sus propuestas legislativas. Si hay acuerdos permanentes con partidos fuera del gobierno para el apoyo parlamentario, Strom habla de “gobiernos de minoría disfrazados”, e incluso “sobredimensionados”, dado que si los partidos no forman parte del gobierno es conveniente tener más apoyos de los necesarios por si algún partido no apoya tus iniciativas. En tal supuesto podemos pensar también que dichos gabinetes en minoría lo son también sobrerrepresentados.
En este supuesto se podían haber dado los siguientes gobiernos de minoría:
El del PP, como partido que en solitario tenía más diputados, sería un gabinete de minoría disfrazado si hubiera obtenido los apoyos externos de CIUDADANOS y del PSOE, por ejemplo. En esta última opción, hubieran constituido un gobierno de minoría “sobrerrepresentado”. Como ya hemos dicho anteriormente, tal situación no se contempló, fundamentalmente por la negativa del PSOE a participar, aunque fuera mediante la abstención, de un gobierno del PP.
Un Gobierno del PSOE, con los apoyos de CIUDADANOS Y PODEMOS. Esta opción se intentó, como ya se ha dicho, cuando se buscó el apoyo de PODEMOS, con su voto a favor o con su abstención, en el intento de lograr la investidura por parte del candidato del PSOE. Las posiciones en las dos votaciones de investidura quedaron claras y de ahí ya no se movieron: CIUDADANOS no quería un acuerdo en el que figurara PODEMOS, dado el carácter izquierdista de sus recetas económicas y su propuesta de un referéndum por el “derecho a decidir” en Cataluña. Al mismo tiempo, PODEMOS no quería saber nada de un acuerdo con CIUDADANOS al que consideran un partido de derechas similar al PP. Además, ambas formaciones manifestaron su deseo de formar parte de un supuesto ejecutivo y no de votar tan solo a favor de la investidura de Pedro Sánchez, por lo que el acuerdo entre los tres partidos fue imposible de conseguir.
Las características institucionales a tener en cuenta a la hora de formar gobierno.
Además, según indican Strom, Budge y Laver, existen características institucionales que pueden no favorecer la formación de gabinetes de minoría ya que:
Es más sencillo formar un gabinete en minoría en ausencia de un requisito de investidura. Como ya sabemos, la investidura de un candidato a Presidente del Gobierno es necesaria en España, y dicha característica institucional hace que sea más difícil, como ya se ha comprobado, la formación de un gobierno en minoría en nuestro país.
Otras características institucionales son la posibilidad de una Moción de censura contra el gobierno en minoría y la pérdida de una Moción de confianza de la cámara, supuestos ambos también presentes en nuestro ordenamiento jurídico.
En los tres supuestos anteriores se demuestra que en la legislación española es muy difícil gobernar en minoría en el Congreso de los Diputados.
De hecho, hasta la actualidad y siempre teniendo en cuenta el Congreso de los Diputados y no la casuística de las Comunidades Autónomas, las ocasiones en que han existido gobiernos en minoría, es decir, gobiernos de un solo partido que no sean “ganadores mínimos” fueron (tanto el de Felipe González de 1993, como el de José María Aznar en 1996, así como los de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y 2008) en realidad coaliciones encubiertas de ganadores mínimos, ya que formaron gobiernos en minoría, pero con pactos o acuerdos de legislatura o investidura en el Parlamento. Si bien hay que resaltar que, en dichas circunstancias, los partidos políticos que no habían conseguido la mayoría absoluta para gobernar obtuvieron en las elecciones no menos de 156 escaños en ningún caso, por lo que tales antecedentes difieren bastante del momento actual en el que el PP, pese a ser el partido que más escaños ha conseguido, no supera los 123, lo cual dificulta aún más el alcanzar un acuerdo de gobierno.
Ello no obstante, la constitución de esos gobiernos en minoría consistió según Reniu, una solución racional que invalidaría la hipótesis de que los gobiernos en minoría son una “anomalía” del sistema. Ahora bien, en todos los gobiernos en minoría citados hasta el momento existía un protagonismo de los denominados Partidos de ámbito no estatal catalanes que actualmente han quedado relegados de tal papel por el PP, el PSOE y CIUDADANOS, por el denominado “proceso o problema catalán”, no así el Partido Nacionalista Vasco.
La estrategia de los partidos políticos y el cambio en el sistema de partidos.
Asimismo, y siguiendo a Sáez Lozano, a la vista del pacto alcanzado entre PSOE y CIUDADANOS, y las desavenencias del PSOE con otros partidos a su izquierda; así como el citado pacto y la ausencia del mismo del PP, es evidente que en los partidos ha estado dominando una estrategia partidista, racional, sobre la estrategia ideológica. Otra variable a tener en cuenta, desde el punto de vista de la estrategia, como indica Simón, es que los partidos no siempre juegan a maximizar sus resultados, también buscan preservar el valor de su organización, por lo que las estrategias para el mantenimiento del actual “status quo” en cada uno de los partidos podría haber avocado a un pacto de gobierno “in extremis”, antes de la celebración de nuevas elecciones si las cúpulas actuales de los partidos hubieran percibido que la estrategia seguida hasta el momento les podría perjudicar a nivel electoral, lo que evidentemente no ha ocurrido. Y ello, a pesar del intento a última hora de COMPROMÍS presentando el denominado “Pacto del Prado” que no ha tenido éxito, aunque ha conseguido visualizar a la coalición valencianista.
El problema actual se ha agudizado, sin duda, por el cambio en nuestro sistema de partidos, donde se ha pasado de un “bipartidismo imperfecto”, es decir la existencia de dos grandes partidos que han gobernado en mayoría, con las excepciones indicadas en el ámbito estatal en las que los dos partidos más importantes se apoyaron en los PANE, a un “pluralismo moderado”, tal y como indica Sartori, con una fragmentación que hace necesarios los gobiernos de coalición.
¿Y ahora qué? La incertidumbre ante las nuevas elecciones de Junio de 2016.
La situación actual es inédita en la historia de nuestra democracia parlamentaria, por lo que hay que ser muy cautos a la hora de hacer predicciones de lo que puede acontecer tras las nuevas elecciones del 26 de Junio. A día de hoy, recién terminada la legislatura más breve de nuestra actual democracia, las encuestas dan una correlación de fuerzas muy similar de cara a los próximos comicios. Queda mucho tiempo por delante por lo que tan solo me atrevo a inferir eso sí, con un elevado índice de probabilidad, que las teorías de las coaliciones van a jugar un marco teórico importante en la formación de un nuevo gobierno en España.